El futuro de las bibliotecas sin libros avanza con paso decidido, y cada vez es más presente y deja de ser ciencia ficción. Y cojo prestado el titulo de la novela corta de Philip K. Dick de 1968 para ilustrar una tendencia que me parece, como mínimo, preocupante y en la cual podemos caer de la manera más tonta si no hacemos las cosas con la calma necesaria. En la reflexión que nos ocupa, no hay androides y si bibliotecas: unas bibliotecas que no sueñan con ovejas eléctricas, pero que corren el riesgo de soñar con manzanas digitales. Me explico.
En la localidad de Bexar County, en el estado de Texas (Estados Unidos), se ha impulsado un nuevo proyecto, denominado BiblioTech, que supondrá la creación de la primera biblioteca pública sin libros de todo el país. Hasta aquí todo correcto, e incluso factible: los americanos siempre a la vanguardia y mostrándonos los caminos del futuro. Ahora bien, leyendo a fondo las diferentes noticias que se pueden encontrar por la red, como esta publicada en Dezeen, la visión del asunto ya cambia. Nelson Wolff, uno de los impulsores de la iniciativa, afirma “If you want to get an idea what it looks like, go into an Apple store“… y es aquí cuando me cogen sudores fríos.
Un medio, y no un objetivo finalista en si mismo
Si planteamos las futuras bibliotecas sin libros como simples salas de ordenadores, frías e impersonales, y en las cuales la máquina predomine sobre las personas, estaremos cayendo en un grave error conceptual y de modelo. Y pienso que en Bexar County van a caer en este error. Las bibliotecas estan hechas, sobretodo, de personas, y dejar que el centro de gravedad de todo el proyecto bibliotecario gire entorno al ordenador (o de la tableta, o del e-reader) es no entender qué son las bibliotecas y cómo las usamos las personas. Caer en una visión excesivamente tecnológica, en el mundo actual, es relativamente fácil y sencillo si uno de deja llevar. Y tener como referente, para una bibliotecas, las Apple Store, es caer en un simplismo adolescente, tecnológico y romántico. Las tiendas de Apple tienen sin duda muchas cosas buenas en el ámbito del diseño interior, la concepción de los espacios y el uso integrado de las TIC en los espacios; pero en ningún caso son espacios equiparables a las bibliotecas, en tanto que en estas se desarrollan actividades y usos que nunca podrían tener lugar en las primeras.
La tecnología en las bibliotecas sin libros no tiene que ser un objetivo finalista en si mismo, per se. La tecnología no tiene que llenar los espacios vacíos de las bibliotecas del futuro, sino que tiene que ser un medio complementario para conseguir esta biblioteca sin libros. Y ésta no tiene que quitar nunca el sitio a las personas, a los usuarios: las bibliotecas las hacen las personas, que llenan y usan sus espacios según los usos que requieren en un determinado momento. Los edificios de las bibliotecas son, sobretodo y a pesar de los fanáticos de las manzanas digitales, aún, muy analógicos. Y tendrá que seguir siendo así. Más nos vale que dejemos de mirarnos en manzanas digitales, y que peguemos un buen mordisco a una biblioteca.