Se acerca el final de año, y quizás es un buen momento para hacer como una carta a los Reyes, o tal vez un pequeño listado de sueños. Y pienso en cuatro ideas fuerza, en cuatro ideas sencillas, fáciles de conseguir, objetivos alcanzables…
Primera idea… Que la biblioteca sea un auténtico motor de fuerza regeneradora urbanística, social, económica y cultural. Una biblioteca entendida como una oportunidad, y no como fin en sí misma, que sea el inicio de un camino y no el punto de llegada de un proceso… Y también, por qué no, que cada biblioteca sea un punto de fuerza para todo el colectivo profesional. O como comenta el sociólogo canadiense Derrick de Kerkhove: “Ahora deben convertirse en aceleradores culturales, con una posición nodal en la red del conocimiento, al nivel de un gran aeropuerto “. Las bibliotecas como grandes centros logísticos estratégicos del conocimiento, lugares donde se hacen negocios, transacciones, donde hay valor, y que aprovechan las grandes infraestructuras del transporte.
Segunda idea… Evitar la dilatación en el tiempo de la construcción, el diseño, la planificación y el equipamiento de nuevas bibliotecas; o en la reforma y rehabilitación cuando sea necesario. Hay que agilizar trámites, evitar esperas, acortar los tiempos. Que las bibliotecas se conviertan en un sector clave en la obra pública, un motor para salir de la crisis. Alargar los tiempos sólo crea equipamientos obsoletos ya desde un principio, poco flexibles y condenados al fracaso. La Biblioteconomía y la Documentación es un sector poco o nada estratégico, con poco peso económico y que queda fuera de las esferas de decisión política real y efectiva. Si, como se dice, somos conocimiento y formación y eso nos servirá para salir de la crisis, es necesario que ahora (no ayer, ni mañana), ahora, nos posicionemos, que seamos capaces de crear valor económico y que corrigamos esta disfunción.
Tercera idea… Aplicar nuevas formas de gestionar las bibliotecas. Que este nuevo cambio, este paradigma tan incierto y que nos angustia tanto, sirva para reinventarnos, para encontrar nuevas vías de funcionamiento. Si como, al parecer y espero que así sea, los edificios de las bibliotecas cambiarán radicalmente… no podremos entender nuestra profesión de la misma manera que hoy en día. No lo tendríamos que hacer así. El continente (el edificio), y los nuevos paradigmas sociales y culturales emergentes (el ecosistema), nos impondrán un cambio de contenido.
Y la cuarta idea… Superación de los límites municipales, comarcales o provinciales de alcance de las bibliotecas. Fomentar la internacionalización de la actividad bibliotecaria catalana, no tanto a partir de las redes ya existentes, y si más a partir de lo local. Establecer alianzas directas desde el pequeño mundo local, desde la biblioteca única e intransferible, y con su valor particular; seguro que hay muchas ideas y experiencias locales, pequeñas, escondidas, que se pueden exportar directamente… glocalitzar. La tecnología nos lo permite. La red local puede y debe convivir necesariamente con redes extensas, distribuidas e internacionales.